
Esto es justamente lo que muestra este estudio descriptivo, longitudinal y retrospectivo que un equipo de profesionales de la atención primaria, del CAP Roger de Flor de Barcelona (EAP Derecha Eixample) ha realizado: como eran los pacientes diagnosticados por COVID-19 en un centro de salud urbano durante que atiende a 45.000 ciudadanos, en el periodo de máxima magnitud de la primera ola de la pandemia: de marzo a mayo del 2020.
Resultados
Se ha recogido información de un total de 1.209 pacientes, de estos sólo 13 tenían una edad inferior a 15 años y fueron seguidos por el servicio de pediatría. La edad media fue de 55 años. La mayoría de los pacientes (82.9%) tenían menos de tres factores de vulnerabilidad.
El tiempo de seguimiento del paciente fue de 46.4 días. Se hizo la prueba PCR sólo el 34.9% de los pacientes (422), de los que dieron positivo el 12.9%, mientras que en 622 pacientes (51.5%) no se les hizo la prueba. Hay que recordar que en el inicio de la pandemia se hacían pocas PCR y no a todo el mundo.
Se hizo una radiografía de tórax al 11.8% de los pacientes, lo que permitió diagnosticar 47 neumonías. De estos pacientes, sólo el 15.6% requirió ingreso hospitalario, al resto se les hizo seguimiento desde la atención primaria.
Un 18.11% vivía en residencias y un 2.5% vivía solo. Justamente los pacientes de las residencias, presentaban mayor edad, y mayor número de factores de riesgo, y un mayor porcentaje de PCR positivas, en parte porque cuando se empezaron a hacer PCR se priorizaron para los pacientes de residencias.
Para Dr. Lluís Cuixart, uno de los autores del estudio y médico de familia de la Sociedad Catalana de Medicina Familiar y Comunitaria (CAMFiC) «el estudio muestra la realidad de nuestro CAP durante los 3 meses iniciales de máxima afectación pandémica (lo que ahora, en perspectiva, llamamos la primera ola), en la que, por desgracia, no disponíamos de pruebas complementarias para confirmar el diagnóstico de COVID-19. Por lo tanto, tenemos claro que existieron pacientes diagnosticados incorrectamente como COVID-19, y pacientes que si presentaron un COVID-19, pero que no se diagnosticaron correctamente. Esto disminuye la validez interna del estudio desde un punto de vista meramente científico, pero sí reproduce la realidad vivida por los profesionales del CAP y la adaptación progresiva a nuestra nueva realidad. Y, por lo tanto, nos ha servido, para modificar los protocolos, y que en la actualidad hagamos un diagnóstico correcto del COVID-19, ya sea con PCR o con test antigénicos rápidos».
De hecho, el Dr. Cuixart explica como resumen del estudio que «el perfil del paciente diagnosticado como COVID-19 durante los 3 meses de máxima intensidad de la pandemia presentaba una edad media de 50 años. A la mayoría se les hizo un seguimiento prolongado de aproximadamente un mes, sobre todo por vía telefónica. Era uno de los objetivos: mantener el aislamiento domiciliario de los pacientes, evitar visitas y pruebas complementarias innecesarias para evitar contagios en salas de espera de las consultas y no colapsar el ámbito hospitalario”.
Los porcentajes de neumonías e ingresos hospitalarios ha sido muy baja (3.7% ingreso hospitalario y 3.9% neumonías). De hecho, en el 84.4% de las neumonías se han seguido con tratamiento domiciliario por parte de los profesionales de la atención primaria «.
Finalmente, el Dr. Cuixart de CAMFiC señala que «hay aún más retos: la promoción y aceptación por parte de los pacientes de la atención telemática para resolver gran parte de los motivos de consulta, reservando la atención presencial a los que realmente lo necesiten; y, por otro lado, la adaptación de los protocolos a las nuevas técnicas diagnósticas (PCR, test antigénicos rápidos y test serológicos) y el seguimiento de las secuelas posteriores a la COVID-19, tanto físicas como emocionales”.